
Cultivo del Aceite de Oliva
La mayoría de los cuidados del cultivo del olivo, como por ejemplo el riego, la fertilización y la poda, tienen una gran influencia a nivel de producción. Determinados tratamientos fitosanitarios son decisivos para conseguir calidad.
El arado de la tierra siempre se ha tenido como muy favorable para el cultivo pero hay que tener en cuenta que sólo aumenta la infiltración en la capa superior del suelo debido a la presencia de suelos que retienen el agua en superficie favoreciendo la evaporación. Una sola labor al año puede ser suficiente para mantener tasas más altas de infiltración en el terreno.
El agua de lluvia, en condiciones climáticas normales, puede aportar entre un 60% y un 75% del agua total necesaria. El objetivo es aprovechar en la mayor medida posible el agua de lluvia y, con este fin, es importante reducir la cantidad de agua evaporada desde el suelo. Por evaporación desde las capas superficiales se pierde una gran cantidad de agua. Todo ahorro en la cantidad de agua evaporada se traduce en un beneficio para el olivar.
El arado de la tierra siempre se ha tenido como muy favorable para el cultivo pero hay que tener en cuenta que sólo aumenta la infiltración en la capa superior del suelo debido a la presencia de suelos que retienen el agua en superficie favoreciendo la evaporación. Una sola labor al año puede ser suficiente para mantener tasas más altas de infiltración en el terreno.
La utilización de abonos y fertilizantes, realizadas de manera racional, contribuyen a obtener de la planta la máxima respuesta productiva. Pero sin control pueden, o bien resultar excesivamente caras para el rendimiento que se produce por una sobreutilización de los mismos o bien resultar incluso perjudiciales. En cuanto a la calidad de los aceites obtenidos, ésta es independiente del uso o no de fertilizantes.
La poda debe contribuir a mantener la copa perfectamente aireada e iluminada, para lo cual la forma de la planta debe ser aquella que permita una mayor superficie iluminada y con aclareo de ramones que haga compatible una buena producción con un buen tamaño de los frutos.
La protección vegetal o fitosanitaria del olivo
mediante la fumigación es sin duda la técnica de cultivo que más
influencia tiene en la calidad del aceite obtenido. Las plagas y
enfermedades que atacan al olivo se pueden clasificar según los daños que causan
al fruto en:
- Las que favorecen la caída de los frutos maduros o casi maduros, como el
barrenillo, el repilo, el escudete o la mosca.
- Las que producen aceites con sabor u olor defectuoso, como la tuberculosis
y el vivillo o aceituna jabonosa.
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